LEYENDAS
EL VIENTO ZONDA

 

Huampi gobernaba varias tribus de las muchas que habitaban los valles calchaquíes. Admirado y temido por todos, señor de la comarca, Huampi era cazador incansable. Hábil, pero vanidoso y falto de amor a los animales no perdonaba siquiera a las crías más pequeñas. De este modo iba despoblando a la región. Un día, rodeado de todas la piezas de caza conseguidas por la mañana, oyó un leve rumor de pasos. Entonces vio a Llastay, el dueño de las aves, lleno de ira por su actitud. Llastay le reprochó el no cuidar lo que la Madre Tierra le daba y lo amenazó con un grave castigo por su falta de piedad.

Huampi, atemorizado, se propuso obedecer pero en poco tiempo, su vanidad y soberbia pudieron más. Ya no fue Llastay, sino la Madre Tierra quien le habló: si seguía matando, el día llegaría en que falte la carne para comer y las pieles para cubrirse; por ambicioso y egoísta, por no saber apreciar los dones era merecedor del castigo... Desapareció la Madre Tierra y Huampi oyó un silbido mientras sentía el azote del viento que le quemaba la piel. Un huracán espantoso se levantó en todos sus dominios.

Desde entonces sopla el viento zonda por los valles andinos y con voz casi humana repite: "¡Recuerden el castigo del cazador cruel, sean compasivos con los animales, respeten las leyes de la caza para que no desaparezcan las especies de la tierra!"

 

Anónimo - Leyenda de los valles calchaquíes