Cuando vi tu nombre inscripto
en letras doradas sobre una vidriera
se me encogió el corazón.
Me inundó una ola de ternura
y un sollozo me atrapó la razón.
Se me angostó la garganta
sólo pude pensar en vos.
Mi Domy querido, te extraño tanto,
me resulta muy difícil vivir
si no estás a mi lado.
Tu pelaje blanco y tu
ternura despertó mi amor.
Adorado Domy, vivirás
siempre en mí, y yo en vos.
A mi dálmata en algún lugar, allí donde estés.
Graciela Bibberman